Por Diego Martín Gámez
-Ven, anda, ven mas cerquita- me dijo esa galanota, como dicen los fraylescanos. A mis casi 60 tengo mucha suerte de tenerla conmigo. Joven, grandota, buena cocinera y muy, muy hidrocálida. -Ya pues, arrímate peloncito, estás a dos pasos de mi- me insistió la mujerona. Dí los dos pasos para atrás y sigo vivo.
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